viernes, octubre 27, 2006

¿USTED LEE?, ENTONCES ¿QUÉ ALEGA?
  • No nos engañemos: los chilenos somos ignorantes alfabetizados.

En el 23,4% de los hogares chilenos no hay un solo libro. En Argentina, ese porcentaje es bastante menor -8,3%- y en España apenas representa el 1,4%. A su vez, en Chile únicamente un 5,6% de los hogares tiene más de 100 libros. En los argentinos, en cambio, esa proporción sube al 23,7% mientras en España, esos hogares representan el 11,8%. Y en ese mismo país, otro 11,8% de los hogares tiene más de 200 libros. Al agregar los datos de Francia (el 78% de los franceses mayores de 15 años leen, por lo menos, un libro al año y el 15% leen más de 25 libros anuales), se concluye que los chilenos son ignorantes alfabetizados.

La inclusión de los datos europeos es pertinente pues hasta 1865, como lo muestra el historiador inglés Simon Collier, la cifra de analfabetos de Chile no era drásticamente diferente a la de los países del sur de Europa.

Hoy es un hecho no discutido que la posesión en el hogar de recursos educativos (como son los libros) tiene una relación positiva con el rendimiento escolar. No sorprende, entonces, que en Chile el 40% de los estudiantes no comprendan bien lo que leen, según el Simce.

La circunstancia de que los padres sean verdaderos iletrados no sería tan grave si no fuera porque el 41% de los profesores no alcanza un nivel de competencia adecuado.

Aun cuando Chile ha logrado niveles de cobertura educacional satisfactorios, respecto de la calidad y de la equidad todavía queda mucho que hacer. Y si bien los recursos públicos destinados a la educación en los últimos quince años han crecido fuertemente, es lamentable que este incremento no se haya traducido en un progreso proporcional en el rendimiento escolar.

La falta de idoneidad del profesorado lleva a que el modelo educativo nacional se funde en un método memorión, que si no mata la creatividad al menos le atribuye el mote de irrespetuosa. Por ejemplo, el otro día una sobrina llamó a mi señora (que es historiadora) para que le ayudara con uno de los ensayos del Premio Nacional de Historia de 1992, Sergio Villalobos (Para una meditación de la Conquista). Mi sobrina estaba feliz. Por primera vez no tendría que aprenderse una seguidilla de fechas sin un marco conceptual. A la semana, le comunicó que el esfuerzo no había valido la pena. El control de lectura basado en el sistema de respuestas de elección múltiple, sólo evaluó una serie de fechas. Agregó que para eso más le habría valido uno de los clásicos manuales de historia. Concluyó -desilusionada- que había recibido una anotación negativa por haber manifestado su total decepción.

El objetivo nacional de mejorar la educación, meta impostergable, también pasa por rebajar el precio de los libros. No puedo conformarme con la opinión del Ministro de Hacienda (en su currículo publicado en la página web del ministerio destaca su calidad de escritor) de que no es partidario de un IVA diferenciado y que ese gravamen se mantendrá en un 19%. Quizá Velasco tenga razón en cuanto a que el acuerdo del Senado solicitándole al Ejecutivo que acoja una excepción tributaria para el libro, promovida por los senadores Naranjo, Muñoz, Núñez, Ávila, Letelier y Bianchi, no sea la herramienta económica más eficaz; pero el Estado no puede seguir impasible frente a la actual magnitud del pirateo, que incide fuertemente en el precio de los libros. No creo que el IVA sea la única herramienta económica a la que se pueda echar mano.

Si las ONG vinculadas al mercado libresco fueran más eficientes, hace tiempo que habrían demandado de perjuicios al Estado como responsable de la ineficaz fiscalización de ese mercado negro, y entonces ante la millonaria indemnización exigida, los Ministerios de Hacienda, Justicia e Interior tendrían que dejar de lado su prescindencia.

(Publicado en Revista Capital N°191, octubre de 2006, p. 144).

martes, octubre 24, 2006

SERVICIO PÚBLICO Y PABLO RUIZ-TAGLE

Como sabemos, esa vieja tradición republicana en la que se ha inspirado gran parte de nuestra vida independiente, el servicio público -la opción voluntaria por un trabajo en beneficio del país, sustancialmente menos remunerado que el trabajo "privado"- ha sido siempre considerado como una de nuestras grandes virtudes cívicas. Pero el servicio público no se reduce al trabajo permanente en algunos de los poderes del Estado, sino que puede efectuarse de varias otras modalidades. Y una de ellas, sin lugar a dudas, es la docencia, particularmente en entidades públicas y abiertas, cuyo símbolo es la Universidad de Chile.
Es por esto que tanto o más grave que las malintencionadas suspicacias levantadas por la proposición de Pablo Ruiz-Tagle a Contralor, al ser postulado por una ministra que forzadamente podría considerarse su alumna, son las imputaciones de ser una especie de "aparecido" en la vida pública. El profesor Ruiz-Tagle es desde hace muchos años un destacado servidor público, pues ha optado voluntariamente por dedicar gran parte de su tiempo a la docencia y al desarrollo de proyectos académicos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Contrariamente a lo efectuado por otros profesionales, de brillo y preparación similares, el profesor Ruiz-Tagle decidió tempranamente entregar de una forma prácticamente gratuita gran parte de su tiempo y de sus esfuerzos por esa Facultad. Es así que, gracias a su formación y empeño, la Universidad de Chile pudo ofrecer uno de los primeros doctorados en derecho en nuestro país.

Egoístamente algunos esgrimen contra su candidatura objeciones partidistas, pero parece falaz que se le impute una falta de historia en el servicio público, que no es consistente con la entrega que ha efectuado por años el profesor Pablo Ruiz-Tagle a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y, por tanto, al país.


(Carta pubicada en El Mercurio del domingo 22 de octubre de 2006. Firmada por el blogger Correa y los señores Miguel Soto P. y Mauricio Tapia R.).

viernes, octubre 20, 2006

QUÉ SE TEME
  • Aparte de Cuba, Chile es el único país latinoamericano que todavía no ha entregado ratificación parlamentaria al TPI.

La Corte Penal Internacional (también conocida como Tribunal Penal Internacional -TPI-) se aprobó con el voto favorable de 120 países (entre ellos Chile); 7 se opusieron (USA, Israel, China, Irak, Libia, Qatar y Yemen) y 21 se abstuvieron. Opera desde 1º de julio de 2002.

En pocas palabras, el TPI constituye la respuesta de la comunidad internacional a la necesidad de contar con un órgano de jurisdicción permanente y carácter supranacional, que juzgue delitos que, por su gravedad, no debieran dejar indiferente a nadie: i) crímenes de genocidio, ii) de lesa humanidad, iii) de guerra y, iv) de agresión. Ninguno más. Sólo esos cuatro.

Además, su competencia es residual: nace cuando las cortes nacionales no pueden o no tienen voluntad para juzgar esos delitos. O sea, con el TPI se evita una impunidad que no tiene sustento ético alguno.

Hasta la fecha, 139 países han adherido al mismo (entre los cuales está Chile) y 102 países ya lo han ratificado por sus congresos u órganos competentes (lo que pretende hacer Chile en estos momentos).

La ratificación por el Congreso de Chile del TPI (el único país latinoamericano que aún no lo ha hecho junto con Cuba) se ha entrampado al surgir voces que se oponen esgrimiendo que se debilitaría la soberanía nacional.

El actual sistema de integración mundial se basa, entre otros elementos, en que los Estados entregan, como contrapartida a usufructuar de los beneficios de la globalización, una cuota de soberanía al establecer mecanismos de solución de controversias, como son el TIP y el CIADI, y que naturalmente significan una pérdida racional (e interesada) de soberanía. A modo ilustrativo, todos los tratados de libre comercio (TLC) suscritos por Chile en el último tiempo (con la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, México, Corea y China) contienen en tal sentido un desprendimiento de soberanía. Hasta la fecha, esa circunstancia es observada como una garantía para las inversiones y no como una restricción arbitraria a la soberanía nacional.

Oponerse al TPI fundado en que su ratificación constituye una cesión fundamental de soberanía a la par que significa entregarle a un simposio de abogados las decisiones básicas y fundamentales del Estado es un argumento tan troglodita como afirmar que los medios de producción deben pertenecer al Estado para asegurar el principio de solidaridad.

Tal como el respeto de nuestras inversiones en el extranjero exige reconocer soberanía a tribunales internacionales; del mismo modo, la ratificación del TPI constituye una garantía adicional a que Chile y en Chile no se cometerán crímenes de genocidio, de lesa humanidad, de guerra y de agresión.

No veo cuál pueda ser la inquietud que causa esa ratificación cuando Chile no tiene aspiraciones hegemónicas, como Estados Unidos. Como simple ciudadano, me sentiría más seguro si todos los países del mundo estuviesen bajo la competencia del TPI, ¿no les parece?

(Publicado en Revista Capital N°189, septiembre de 2006, p. 128)

martes, octubre 17, 2006

LUGARES COMUNES: ¡QUÉ TÍTULO!
  • Puede ser cierto que el humorismo no esté muy presente en nuestra literatura. Pero –por favor– hay excepciones.

En las calles, la señalización Pare previene un peligro latente. Pienso que Velasco (Andrés) al titular su novela Lugares comunes también quiso tener presente una contingencia análoga durante su escritura.

Velasco se divierte con la esgrima lingüística, y por lo mismo admira la novela cómica anglosajona. A su juicio, ese género estaría desterrado del universo castellano desde la decadencia del género picaresco, reprochándole a los novelones históricos y las sagas mágico-realistas actuales, que lo habrían reemplazado, carecer de levedad (pp. 202 y 203, en la reciente edición de bolsillo).

Puede ser cierto que el humorismo no esté muy presente en nuestra literatura nacional, pero hay que recordar notables excepciones que bien podrían conformar una pequeña tradición, entre otras, Jenaro Prieto (El socio), Enrique Araya (La luna era mi tierra), Baldomero Lillo (Inamible) y Carlos Ruiz Tagle (La revolución en Chile). De tal modo, es posible incluir a Velasco dentro de esa tradición. Quizás a su individualismo no le guste que lo clasifique, pero antes de él hubo otros.

Por otro lado, creo que en la cúspide del género humorístico se encuentra, al menos entre lo que yo he leído, La conjura de los necios (Premio Pulitzer de 1981), que estableció estándares exigentes al género. En términos comparativos, Velasco tiene que trabajar sus personajes para que adquieran mayor complejidad y profundidad sicológica, pues los suyos son demasiado leves. Por ejemplo, Ignatius (en La conjura de los necios) o Sillie Utternut (en La revolución en Chile), y por cierto el gran Martín Romaña de Bryce Echenique, son seres inolvidables, completamente enloquecidos -en especial Ignatius-, y no obstante ello verosímiles, cien por ciento humanos; características que ni Diego Cienfuegos ni Berkeley Barclay alcanzan en el grado necesario para que Lugares comunes pueda disputar un espacio en la respectiva cima.

Así y todo no estoy de acuerdo con la mala crítica recibida por Lugares Comunes (si es que pueden recibir ese título las diatribas con que se refirieron a ella algunos críticos, más preocupados de la persona de Velasco que de su obra, como es muy usual en Chile). Es innegable que su novela tiene humor, ritmo, suspenso, agilidad y una historia relatada con pulcritud.

No obstante, esta opera prima contiene ripios que deben ser removidos en futuras entregas. Velasco (o si se quiere sus preferencias y prejuicios) está demasiado presente, y de un modo evidente, a lo largo de la novela. En cambio, Lugares comunes crece cuando el autor se disfraza y se concentra sólo en relatar la historia que tiene entre manos, dejando de lado sus pensamientos sociológicos sobre Chile (formulados incluso con clichés). Si bien un relato puede estar inmerso en una pátina autobiográfica sin estropearse, creo que el punto de llegada debe superar la ruta de la autorreferencia.

(Publicado en Revista Capital Nº187, agosto 2006, p. 136)

viernes, octubre 13, 2006

COPIA INFELIZ DEL EDÉN
  • La mano dura a que tanto algunos aspiran no tiene respaldo empírico.
Chile tiene la mayor tasa per cápita de Sudamérica de personas privadas de libertad sin que ésta pueda justificarse en una tasa de delincuencia mayor a la media latinoamericana. De ahí entonces que la mano dura a que tanto algunos aspiran no tenga respaldo empírico.

Los ciudadanos obnubilados por las imágenes televisivas, se han tragado la panacea de que hay que incrementar las penas aplicando una lógica consistente en que si se suben los costos de delito: sanseacabó la delincuencia. Se sostiene que los criminales -como toda persona- evalúan los costos y beneficios de sus conductas, y si ese cálculo es favorable, entonces continúan delinquiendo. Para sellar esa hipótesis se recurre al Premio Nobel de Economía Gary Becker, quien sugiere: En el corto plazo los gobiernos deben usar el garrote.

En tal marco, el Ejecutivo ha enviado a la Cámara de Diputados, en los primeros días de julio, diversas iniciativas legales conocidas como proyectos antidelincuencia.


Uno de ellos excluye de las labores diarias de carabineros una serie de tareas no operativas (notificaciones judiciales, salvoconductos por mudanzas, constancia para seguros). La dirección es la correcta: hay que sacar a los policías de sus escritorios. Una vez aprobado, la jerarquía deberá velar porque, entonces, se bajen de los radiopatrullas.


A través de otro proyecto se pretende depurar las deficiencias detectadas a la Reforma Penal que impedirían una respuesta eficiente contra la delincuencia.


Por desgracia, esta propuesta, al contrario de la primera, constituye un grave retroceso en materia de derechos civiles, y hace realidad el mito orwelliano, actualizado por uno de los más preclaros juristas vivos (Claus Roxin), bajo la prevención de que: un Estado de Derecho debe proteger al individuo no sólo mediante el derecho penal, sino también del derecho penal.

Efectivamente, este segundo proyecto transgrede los principios de inocencia y non bis in idem (prohibe sancionar dos veces por una misma conducta), que sustentan la garantía constitucional del debido proceso.

Entre otros excesos, este segundo proyecto institucionaliza la llamada ficha policial, la cual dividirá a los ciudadanos entre individuos de la clase A (aquellos que no tendrán ficha policial en el banco unificado que se creará) y los de la clase B (que sí figurarán en ese registro).

No se crea que es muy difícil ser incorporado en ese registro. Por ejemplo, si un hijo nuestro -y seamos sinceros, la apariencia externa de éstos no difiere en rasgos generales de la de algunos delincuentes- hubiere presenciado el asalto a la Joyería Barros del Parque Arauco y producto del pánico arrancado, sin saber mucho por qué, la fuerza policial podría haberlo detenido y tras verificar su nula participación, lo hubiera soltado. Pero no libre de polvo y paja, pues gracias a ese simple equívoco se le extenderá una ficha policial y quedará estigmatizado como un ciudadano de la clase B.


Salvo un golpe de gracia, pareciera que los derechos civiles en esta pasada serán las víctimas, y si usted o sus hijos se descuidan, no se extrañen que pasen a engrosar ese banco de datos, inclusión que por sí sola equivale a una pena, aunque usted o sus hijos jamás hayan sido condenados por delito alguno .

(Publicado en Revista Capital Nº185 , julio 2006, p. 254)
NY FOREVER
  • Un Manhattan para ver, comer, pasear y pasarlo bien.
    Sin ser millonario, necesariamente.
Me recomiendan Le Bernardin, Bouley, Nobu, Babbo, entre otros. ¡Mansa gracia! Esos restaurantes están calificados por las guías culinarias como los mejores de NY. Esperaba picadas alternativas, menos de moda (si eso es posible en NY) y más baratas.
Sugiero otros derroteros, como desayunar en el West Village en The Grey Dog’s Coffee (33 Carmine St. entre Bedford & Bleecker) por sólo US$7. Sus parroquianos se refieren a él como el “anti-Starbucks”, y vaya que dice harto esta frase. Si se quedó vagando por ese barrio y lo pilló la hora de almuerzo, propongo el Ditch Plains (29 Bedford St.) o el Bar Pitti (en el Nº286 de la 6ª Avenida entre Bleecker & Houston). Y si opta por el Pitti, saboree un osobuco con polenta (nuestra chuchoca) o un pescado cocido en su punto y no recocido como siempre sucede en Chile.
Otro día desayune en el patio de las Trump Towers (US$8,5) y enseguida aproveche que en el Guggenheim está la exposición de la primera mujer ganadora del prestigioso Pritzker Prize: Zaha Hadid (www.zaha-hadid.com). Después de recorrer la muestra, coincidirá que, salvo algunas excepciones, nuestra arquitectura es bien fome y poco creativa. ¿De quién es la culpa: de la oferta o de la demanda?

Esa tarde, si le gustan las comedias musicales (nadie es perfecto) vaya a ¡Mamma Mia! (al menos gozará con la música de Abba); pero mejor vea el ya clásico Blue Man Group, o el emotivo Slava’s Snowshow y, por cierto, no se pierda el tradicional Blue Note (el más fino y extraordinario jazz en vivo de NY). Haga reserva para la primera función (20 horas). Así, podrá luego ir a algunos de los restaurantes antes señalados o en el Greenwich Village, a dos cuadras del Blue Note, al Lupa (170 Thompson St.), una auténtica trattoria romana.

Ya que está en Thompson St. no deje de visitar la disquería del Nº210 y, si no logró espacio en el Lupa, coma en el Boyd Thai (también con el Nº210 de Thompson St.), donde el menú del almuerzo sólo cuesta US$6.95 y es sabrosísimo. Si vuelve a no encontrar una mesa, a un par de locales de distancia está el riquísimo Cuba (222 Thompson St.).

¡Ah, usted es lector! Entonces no se pierda St. Mark’s Bookshop (en el 31 de la 3ª Avenida), muy cerca de St. Mark’s Place, lugar que vio nacer al movimiento Punk (yo, quizás igual que usted, pensaba que su origen era inglés). Si sus librerías santiaguinas favoritas son: Qué leo, Ulises, Metales Pesados o Quimera acérquese a St. Mark’s Bookshop, pero si prefiere la Feria del Libro, entonces compre el best seller que busca en las cadenas Barnes & Noble o Rizzolli.
Además, a un par de cuadras, en Union Square, está la disquería Virgin Megastore (hay un segundo local en Time Square), donde encontrará toda la música que le gusta y que no ha podido dar con ella en otros lugare físicos.

Unas últimas líneas sobre el ya mítico barrio Meatpacking District. El área que éste comprende está conformada por los alrededores inmediatos de la punta de diamante donde convergen las calles: 9ª Avenida, Greenwich St. y Hudson St. con la 14th St. En los primeros años de los 80, en él se abrieron algunos locales nocturnos y, en 1985, el restaurante Florent. Luego vinieron los clubes de rock alternativo, como Baktun y The Cooler. Esas tres situaciones podrían identificarse como el punto de partida del actual barrio. En el último tiempo, han llegado los diseñadores de moda y se instalaron dos hoteles imbuidos en el nuevo clima cool generado: Maritime (2003) y Gansevoort (2004). No cabe duda que esos hoteles y los restaurantes Pastis (telón de fondo de muchas escenas de Sex and the City), Markt (401 West 14th St.) y Spice Market (403 West 13th St.), junto al Florent, la llevan hoy en NY.

(Publicado en Revista Capital Nº183, junio 2006, p. 120)