jueves, noviembre 26, 2009

ICONOGRAFÍA REPUBLICANA
  • Las similitudes entre las transiciones políticas española y chilena hacen que la nueva obra de Javier Cercas, Anatomía de un instante, sea una lectura tan entretenida como necesaria.
La portada de Anatomía de un instante, última entrega literaria de Javier Cercas, exhibe la imagen congelada de las 18:23 horas del lunes 23 de febrero de 1981 en el hemiciclo del Congreso español. En el centro de la fotografía, recostado contra el respaldo del escaño azul de Presidente, ligeramente escorado a la derecha, solo y espectral, se ve a Adolfo Suárez. Si nos vamos a You Tube y hacemos correr la película, vemos que la desolación de la imagen estática se desvanece al recobrar la secuencia su feroz realidad. Advertimos al general constitucional Gutiérrez Mellado de pie en el semicírculo central, con los brazos caídos a lo largo del cuerpo, de espalda a la cámara, mirando a los seis guardias civiles sublevados que acompañan al teniente coronel Tejero, que disparan sus armas. Da la impresión que Gutiérrez Mellado intenta someter con su pura estampa el poder militar al ciudadano. Alguien grita: “Silencio”, “¡Quieto todo el mundo!”, “Al suelo…”.

El relato de Cercas nos traslada a los últimos días de 1980 y a los primeros de 1981, cuando parecen conspirar contra Adolfo Suárez periodistas, empresarios, financieros; políticos de derecha, centro e izquierda; Roma y Washington (o al menos Suárez siente que éstos conspiran contra él). Las 462 páginas que contienen esta trama van mucho más allá de la conspiración de Tejero (y vaya a saber de quién más).

Al concluir la obra resulta imposible no reflexionar sobre lo quebradiza que es la estabilidad política, aquella que a las 18:22 horas de ese lunes 23 parecía tan inmutable y pétrea. Perfectamente podríamos reemplazar al Palacio de La Moncloa por el Palacio de La Moneda, al 23 de febrero de 1981 por el 19 de diciembre de 1990 (fecha del ejercicio de enlace en respuesta al caso de los pinocheques) y a algunos nombres españoles por nuestros Aylwins, Lagos, Boeningers y otros camarlengos de la transición chilena. Sólo tendríamos que apretar la tecla “reemplazar todos” para que la crónica pase a ser un relato exacto de los últimos veinte años del país.

Al girar la historia en torno al gesto congelado de la imagen de Suárez, estatuaria, mientras el resto de los parlamentarios buscaba refugio bajo sus escaños, Cercas recuerda que los grandes hechos y personajes aparecen en la historia dos veces: una, como tragedia y, otra, como farsa. Esta afirmación me regresó a la iconografía de Salvador Allende, metralleta en mano, parapetado en el Palacio de la Moneda, mientras los Hawker Hunter la bombardeaban.
En ambas imágenes hay una carga ciudadana capaz de pulverizar cualquier farsa anterior y hacer ingresar a Suárez y Allende al panteón de la historia por la dignidad con que supieron sobrevellevar la toga republicana durante las tragedias que les tocó vivir.

Anatomía de un instante atrapará tanto al lector-ciudadano chileno como al lector-masivo, tal como sucedió con las anteriores novelas de Cercas: Soldados de Salamina (2001) y La velocidad de la luz (2005). Si en su próxima maleta veraniega incluye esta obra, verá lo acertada que ha sido su decisión.
Publicado en Revista Capital N°266 de noviembre de 2009 (p. 160).