jueves, marzo 25, 2010

HUMOR INTELIGENTE
  • La conciencia de Zeno, de Italo Svevo, reivindica a los antihéroes como protagonistas literarios.
La razón porque una novela ejerce fascinación sobre un lector es bastante personal. Yo, por ejemplo, fui capturado desde las primeras líneas por La conciencia de Zeno (1923) de Italo Svevo, que relata la existencia de Zeno Cosini, un ocioso burgués triestino que vive de la renta de la herencia dejada por su padre, y que ha recibido la orden de su psicoanalista de escribir su vida. Zeno obedece, pero con la clara idea de engañarlo, mezclando verdades y mentiras.

La conciencia… ha sido considerada la primera novela inspirada por el psicoanálisis y gracias a ella Svevo se consagró primero en Francia, país en el cual James Joyce, su profesor de inglés y consejero, la dio a conocer. A partir de ese reconocimiento, su fama se esparció por el resto de Europa. A pesar de ser Svevo respetuoso de las estructuras narrativas decimonónicas, la mirada humana de su personaje Zeno, todo un juego de engaños y autoengaños, es tan atemporal que resulta muy moderna. Los intentos de Zeno de culpar a su enfermedad de la pequeñez de su vida lo llevan a confesar que, en su juventud, soñó con la grandeza. Ya maduro, al enfrentar la realidad, reconoce que también “podemos parecernos a Napoleón permaneciendo mucho –pero mucho– más abajo”.

Igualmente, se podría decir que esta historia es un relato irónico y autodespreciativo sobre la lucha obsesiva del protagonista por la salud y la felicidad en contra de la enfermedad (“es evidente que está menos enfermo quien tiene poco tiempo para estarlo”). Sin embargo, éste tiene una actitud ambivalente a su respecto: se quiere sanar y al mismo tiempo la enfermedad le da un pretexto para hacer lo que quiere y, aún más importante, hacerlo sin culpa, como traicionar a Augusta, su mujer: “Entre Augusta y yo se interponía mi aventura (se refiere a la que mantenía con su joven amante). No volveré a verla”; buenos propósitos que siempre quedan en ideas, pues Zeno carece de voluntad y fuerza. También es hipócrita: “Mientras corría hacia casa, tuve incluso el valor de irritarme con el orden social, como si tuviera la culpa de mis faltas. Me parecía que debía ser tal, que nos permitiese de vez en cuando (no siempre) hacer el amor sin temer las consecuencias, hasta con las mujeres a las que en modo alguno amamos. No había ni rastro de remordimiento en mí”.
En su época, el éxito con que fue recibida La conciencia de Zeno permitió revivir sus dos anteriores novelas: Una vida (1892) y Senilidad (1898) que habían pasado inadvertidas, fracaso que llevó a que Svevo renunciara a una nueva publicación por casi un cuarto de siglo, pero no así a la escritura, tal como testimonia en su diario: “No es necesario publicar, pero sí se debe escribir”.
Estamos ante la reedición de una obra de plena actualidad e impregnada de un humor inteligente, que se agradece.
Publicado en Revista Capital N°270 de febrero de 2010 (p. 108).

viernes, marzo 12, 2010

LAS DERECHAS AL PODER

  • Los riesgos de un modelo de gobierno de tipo gerencial y el probable arribo de una mentalidad excesivamente ganadora.

  • LA REVOLUCIÓN GERENCIAL, DE JAMES BURNHAM.

James Burnham, teórico estadounidense, en 1941 escribió el ensayo La revolución gerencial, sosteniendo que el comunismo y el fascismo eran partes del nuevo orden que reemplazaría el estado de las cosas. Esta transformación –creía Burnham– provocaría el advenimiento en el poder de una nueva clase social: la de los directivos profesionales asalariados. En la actual llegada al poder de las Derechas existe un riesgo consistente en que se pretenda instaurar la utopía de Burnham, desvalorando como un ripio prescindible las inherentes cuestiones políticas de la acción pública por estimarlas un estorbo a la eficiencia gerencial deseada.

  • ROJO Y NEGRO DE STENDHAL.

Otra tendencia que se observa es ese segmento de individuos que desde hace algún tiempo viene arribando y que Stendhal tan bien caracterizó en Julien Sorel, el protagonista de Rojo y negro, novela publicada en 1830. Julien, hijo de un carpintero, no dejó esfuerzo ni pleitesía por hacer, incluso rayando en el esnobismo y en la degradación de su persona, si con esa impostura servil lograba ascender. En fin, el tipo Sorel en la actualidad responde al prototipo del winner: tierno en el hogar, inmoral en los negocios, oportunista en la política y que baila siempre al son reinante. Con todo, me ilusiona pensar que por mucho que simulen los Julien Sorel, al anochecer, frente al espejo del lavatorio, donde ya no caben más representaciones, advertirán cuán insignificantes son. Aspiro a que ese gesto nocturno de honestidad sirva de contención a esos individuos que pudieran sentirse con derechos que nadie les ha conferido.

Publicado en Revista Capital N°269 de enero de 2010 (p. 107).