martes, junio 26, 2007

Un impulso al cambio en el Conservador Chile

Homosexuales y Otros se hacen más fuertes en su enfrentamiento con los Árbitros Culturales de la Nación.

A continuación se postea la traducción del artículo “In Conservative Chile, a Push for Change” publicado en The Washington Post con fecha 30 de noviembre de 2006, bajo la firma de Monte Reel, corresponsal para Sudamérica
(http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2006/11/29/AR2006112901595.html):

SANTIAGO, Chile -- Emma de Ramón recientemente compró un departamento. Dice que incluso antes de mudarse a vivir en él, todos en el edificio sabían que es homosexual.
De Ramón y su pareja, la jueza Karen Atala, se han convertido sin pretenderlo en celebridades desde que declararon la guerra contra la Corte Suprema de Chile, que forzó a Atala a entregar la custodia de sus tres hijas debido a su relación con De Ramón.

La pareja ha llegado a representar a un segmento de la población que claramente se ha fortalecido: los que están ansiosos por despojar a Chile de la cuestionable etiqueta de ser el país culturalmente más conservador de América Latina.

Algunos de los que están buscando un cambio han desafiado a instituciones poderosas, porque, sostienen, no representarían la voluntad popular. Atala y De Ramón han llevado su lucha a una comisión internacional de derechos humanos en Washington, la que esperan podrá convencer al gobierno chileno de que su más alta corte se equivocó.

“Oh, ahora somos famosas”, dijo De Ramón, una historiadora que conoció a Atala después de que esta jueza del crimen se separó de su marido en 2001. “En cuanto a mí, cuando estoy en público usualmente no me siento blanco de la discriminación y tampoco oigo comentarios denigrantes. Eso sólo ha sucedido con la Corte Suprema”.

Los grupos que históricamente han determinado las normas culturales de Chile -incluyendo la Corte Suprema, la Iglesia Católica y las élites políticas- están siendo puestos a prueba en varios frentes.

Una nueva política nacional, por ejemplo, ofrece gratuitamente la píldora del día después a cualquiera que tenga 14 años o más. El Congreso está debatiendo proyectos de ley que explícitamente protegen los derechos legales de homosexuales y otras minorías. Otro proyecto permitiría “muertes compasivas” para pacientes terminales, lo que ha encendido el debate sobre la eutanasia. Y una campaña sobre la prevención del SIDA, financiada por el gobierno y lanzada este mes, muestra, entre otros, a colegialas y a una pareja gay promocionando el uso del condón. La campaña ha encolerizado a líderes de la Iglesia Católica.

Para un país que legalizó el divorcio hace apenas dos años, el ritmo de los cambios es impresionante. La Iglesia todavía es muy influyente y bien vista por la mayoría de los chilenos, pero sus líderes dicen estar preocupados de que se produzca un alejamiento general de sus enseñanzas. Este mes, los obispos católicos del país hicieron público algo que llamaron una alarma moral a la nación, citando “corrientes extrañas” que están atravesando la sociedad y que están distanciando a la gente de sus cimientos religiosos.

En su declaración, los obispos dijeron: “No dejaremos de decir lo que tenemos que decir ni dejaremos de hacer lo que tenemos que hacer. Hay momentos en la historia en que nos escuchan, bendito sea Dios, y hay momentos en que no nos escuchan”.

Como presidente, Michelle Bachelet -agnóstica, separada y madre de tres hijos- está en el centro de muchas de las disputas culturales. Ella fue elegida en el cargo en marzo después de hacer una campaña que enfatizó la tolerancia social. Aunque es parte de la misma coalición gobernante que ha estado en la presidencia del país desde que la dictadura militar del general Augusto Pinochet fue destituida hace 16 años, en ocasiones su estilo de gobierno ha sido bastante diferente al de sus predecesores.

Por ejemplo, Bachelet, ex ministra de salud y pediatra, incentivó la distribución gratuita de la píldora del día después sin consultar demasiado a los legisladores más conservadores de la coalición gobernante, quienes durante años han frenado con éxito proyectos de ley que culturalmente generan divisiones. La alianza política de Bachelet con ellos hace que los cambios radicales sean más difíciles, pero según los analistas está intentando voluntariosamente romper la influencia de las clases tradicionalmente poderosas.

“Ella no les consultó, porque si lo hubiera hecho esos proyectos no se habrían concretado”, dijo Marta Lagos, analista política y elaboradora de encuestas de Santiago. “Así que ahora hay cierta tensión que tiene mucho que ver con la manera que tiene la élite gobernante tradicional -que es muy conservadora- de ver cómo ella ejerce su liderazgo. A ellos les sorprende mucho, pero a la población general no podría importarle menos”.

Aunque fue una lucha muy cruenta en círculos políticos, el tema de la píldora del día después no afectó su aprobación ciudadana, que incluso tuvo un cierto aumento después de la controversia. Una encuesta efectuada hace tres semanas mostró una aprobación del 59%, más alta que el 53% del total de votos con los cuales fue elegida en enero.

“Pienso que existe una diferencia de actitud entre los que están en los más altos niveles de la sociedad y el resto del país”, dijo Daniela Ullrich, estudiante universitaria de 23 años, de Santiago. “Como con la píldora del día después, a la que la gente poderosa se oponía, pero ellos podían obtenerla en cualquier momento si querían, y en cambio el resto de las personas no; fueron éstos los que apoyaron el proyecto”.

Macarena Sáez, abogada que defiende el caso de custodia de la jueza Atala ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en Washington, dijo que el creciente reconocimiento de la distancia que separa a la población general de sus instituciones le da esperanza de que el gobierno llegará a un arreglo amistoso en este caso.

“Estamos frente a una sociedad que es mucho más abierta que sus instituciones, y eso es una buena señal para nosotros”, dijo Sáez.

Sáez es parte de un grupo de abogados que fueron los primeros en impugnar el sistema judicial de Chile, oponiéndose a sus estrictas leyes de censura. En 2003, sus esfuerzos originaron un cambio constitucional de las leyes de censura después de que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos declaró que la Corte Suprema no tenía razón en mantener la prohibición sobre películas como ‘La Última Tentación de Cristo’, de Martín Scorsese”.

Ahora, Sáez y sus colegas están esperanzados en que la Comisión, que es parte de la Organización de Estados Americanos, dicte una sentencia similar en el caso de Atala, que redunde en una nueva legislación antidiscriminatoria que específicamente prohíba decisiones sobre la custodia de hijos basadas en la orientación sexual de sus padres. Para Juan Ignacio Correa, quien trabaja en el caso Atala en Santiago, tal cambio representaría una victoria para la democracia.

“El grupo de la sociedad que quiere preservar el status quo es muy poderoso, pero creo que en la sociedad existe un grupo de gente mucho más grande debajo de ellos que quiere cambios”, dijo Correa.

Felipe Rivas, quien hace cuatro años fundó un grupo estudiantil para homosexuales de ambos sexos en la Universidad de Chile, dijo que el caso Atala y la posibilidad de una legislación antidiscriminatoria son vistos como pasos importantes para la sociedad gay, pero también añadió que ello tendría un significado más amplio.

“En Chile, los derechos humanos siempre se han asociado a la tortura y los crímenes de la dictadura”, dijo Rivas, de 23 años. “Pero ahora esa definición está cambiando, y la gente se está dando cuenta de que los abusos contra los derechos humanos se pueden extender también a muchas otras áreas”.

miércoles, junio 20, 2007

INTIMIDAD y PERIODISMO
  • El tema de fondo es que en Chile no está regulada la cohabitación entre el derecho a la intimidad y la libertad de expresión.

La publicación de la Chechi desprendiéndose de su blanca bombachita generó una acalorada discusión: ¿Se violó el derecho a la intimidad al publicar sus fotos? ¿La prensa debe tener límites? ¿Cuáles? Claro que los debe tener. Pero no sólo la prensa. Y al establecerlos, éstos deben sujetarse a criterios objetivos y no a los caprichos de cada persona.

¿Puede hablarse de intimidad cuando eres fotografiado en tu terraza que deslinda sin un muro divisorio con un canal público por donde se navega con total libertad? ¿No fue en ese lugar donde se descubrió el noviazgo entre el ex-Presidente y la Miss? No es legítimo meterse en una casa para fotografiar a la propietaria. Pero si eres una figura pública, ¿es prudente exponer tus intimidades en ese tipo de terrazas?

Más allá de la anécdota del affaire Bolocco, la cuestión de fondo es que en Chile no está regulada la cohabitación entre el derecho a la intimidad y la libertad de expresión.

Una transversal troika de senadores (Ominami, Girardi, Cantero y Pizarro: ¡que sus nombres queden registrados para la historia!, como se desahogó el tribuno Carlos Peña) solidarizó con la Chechi y declaró que para subsanar esa deficiencia se debía revivir el proyecto de Ley de Protección del Honor y la Intimidad de las Personas, aprobado por la Cámara de Diputados, por la unanimidad de los asistentes, en diciembre de 2003, y que desde entonces duerme el sueño de los (in)justos en el Senado.


Al concederse la atribución de definir ese ámbito a los individuos sin sujeción a criterios objetivos, tanto el derecho a la intimidad como la libertad de expresión pasan a ser meros antojos personales, o al menos garantías etéreas e inasibles.

Si el Senado ratifica la “moción Burgos-Bustos” (un desgraciado remedo de la Ley Mordaza del 64) se hará realidad la pesadilla descrita por Human Rights Watch al advertir los peligros inherentes a restricciones a la libertad de expresión amparadas en definiciones imprecisas y vagas de lo que se entiende por intimidad. Así, queda abierta la esclusa a interpretaciones arbitrarias, al desconocerse qué es válido y qué no, creándose un régimen de miedo y autocensura.

No obstante esos evidentes riesgos, la citada troika manifestó su intención de perseverar en la indeterminada “moción Burgos-Bustos” aprobada por la Cámara de Diputados, en vez de expresar su voluntad política de corregirla con criterios republicanos que regulen el derecho a la intimidad en forma coherente con la libertad de expresión.
(Publicado en Revista Capital, N°206, junio de 2007, p. 140).

martes, junio 05, 2007

NEVA: ECONOMÍA DE MEDIOS
  • Dejémonos de cuentos: en el buen teatro ni mil marionetas y escenografías espectaculares sustituirán a un buen texto.
Soy un aficionado del teatro (no digo fanático porque ese calificativo tiene mala prensa). Fue gratificante ver Neva (http://www.montajeneva.blogspot.com/). Escrita y dirigida por Guillermo Calderón (36 años), ganadora del Premio Altazor 2007 en dos categorías: Mejor Dramaturgia y Mejor Dirección; y además seleccionada por la crítica como la mejor obra del 2006.
La historia es simple: tras la muerte Antón Chéjov, Olga, su esposa se traslada a San Petersburgo para seguir con su exitosa carrera teatral. A esa ciudad llega en medio de la turbulencia revolucionaria, el día que las tropas zaristas asesinan a cientos de opositores. En el teatro, ubicado frente al río Neva, Olga espera al resto del elenco para el ensayo general de El Jardín de los Cerezos. Sólo llegan dos actores. A ellos les habla de su culpa por no haber estado junto a Antón durante su enfermedad, obsesión que la paraliza y no le permite actuar. Intenta superar su sequía histriónica pidiéndole a esos actores que representen la muerte de Chéjov.
Neva es una obra que se desenvuelve en tres planos temporales que -en forma permanente- se intercalan: pasado (la muerte de Chéjov), presente (sobre las culpas y las equívocas aspiraciones sentimentales de Olga) y futuro (acerca de la sobrevivencia del teatro y de su relación con la política).
Es tal la fuerza del libreto -y dejémonos de tonterías, en el buen teatro ni mil marionetas y escenografías espectaculares sustituirán a un buen texto- que se olvida la incomodidad de los asientos de la sala del Centro Mori (¡qué avaricia la de sus dueños!).
Sólo resulta impostado el contenido del monólogo final, vociferante, casi hollywoodiano, pero que gracias a la extraordinaria solvencia de la actriz Paula Zuñiga (Masha), se hace digerible y no desmerece la obra.
La economía de medios que caracteriza el montaje minimalista me recordó la asombrosa puesta en escena que nos brindó el genial Peter Brook con El Gran Inquisidor el pasado mes de enero.
Esta similitud no es fortuita. El hecho que Trinidad González (Olga -ganadora del Premio Altazor 2007 a la Mejor Actriz-) haya seguido cursos de perfeccionamiento en Nueva York e Italia; que Paula Zúñiga los haya realizado en la India e Italia; y, que su director posea un posgrado en The Actors Studio de Nueva York y cursos de perfeccionamiento en California, no es casual al éxito de la obra. Claramente se está en presencia de uno de los beneficios de la tan mentada globalización.
Está claro que en Neva todos los partícipes, incluido el último personaje Aleko (Jorge Becker), ponen sus conocimientos y pasión en beneficio de la misma.
Ahora que su presentación se ha extendido hasta julio, si no vas a verla será problema tuyo, pero luego no te quejes. Al salir, cruza la vereda e instálate en la barra del Etniko para tomar un refrescante mojito mientras saboreas una tabla de sushi fresquísima al compás de la buena música a que nos tiene acostumbrado su DJ.
(Publicada en Revista Capital, Nº204, abril de 2007, p. 120)