viernes, noviembre 09, 2007

CONTRACORRIENTE


Franz no claudica su fórmula literaria: antes que nada
apuesta por la palabra y una fluida historia.


Me gusta la literartura de Carlos Franz porque pareciera estar impoluta a los vaivenes de la moda. Su incisiva anterior novela (El desierto) no satisfizo a alguna crítica –la de siempre– porque la encontraron barroca (empalago verbal, la calificó un vate y crítico nacional). Esos guardianes del reino de las letras se quedaron en la forma, que a mí no me estorbó, pero que a ellos los obstruyó para advertir la poderosa voz de Franz, como hace notar Carlos Fuentes en la contratapa de Almuerzo de vampiros, su última novela (Alfaguara, 2007).

En este relato, Franz tampoco ceja en su compromiso con la palabra y reconstruye exitosamente la asfixiante atmósfera de los bajos mundos de la CNI, que en Almuerzo de vampiros se sitúa en el entonces emergente barrio de Isidora Goyenechea, más específicamente en el Bar Oliver, lugar de encuentro de los agentes de esa policía política y otros encumbrados del régimen.

La historia es contada durante una sobremesa en la terraza del restaurante Le Flaubert.
Para su relato, el narrador cuenta con la complicidad de su amigo Zósima, quien muestra sorprendentes conocimientos de diversas lenguas, como descubrimos a partir de un entrevero verbal con un diputado socialista, a la par de socialité, que me hizo pensar que Franz había optado por escribir una novela en clave (roman à clef), pues al gremio literario no le pasará por alto la semejanza entre Zósima y un conocido crítico y editor nacional. Por fortuna en el juego realidad-ficción la literatura se impuso sobre la crónica.

Además en Almuerzo de vampiros, Franz no desperdicia oportunidades para adentrarse también en la crítica social. No hay que olvidar que ésta ha sido siempre una labor ejercida por los escritores. Entre los diversos pasajes de la novela, encontramos a Franz refiriéndose metafóricamente –con humor y certeza– a don Francisco como el reanimador nacional (p. 83) o a la confusión de algunos periódicos entre cultura y espectáculo (p. 179).


No es de sorprenderse que los personajes más humanos y logrados de la novela sean aquellos en apariencia secundarios, como es Vanesa (una prostituta arribista) y el Maestrito (un bufón y hampón perteneciente a la picaresca nocturna, como lo define el mismo vate y crítico). Su acierto radica en que ellos actúan en total concordancia con la atmósfera de los años y lugares en que se desarrolla la novela.

Si bien el relato fluye con libertad por los bajos mundos de la CNI, creo que narraciones como las de Franz, sin quererlo, liberan a quienes, por no estar salpicados directamente con la sangre vertida, aún no son considerados protagonistas llegado el momento de fabular sobre la dictadura. En este sentido, pienso que Franz debería cerrar su saga sobre ese período asumiendo el desafío de adentrarse en una nueva obra que ahonde en la psicología de esos personajes que, al amparo de la doctrina de la seguridad nacional y otros subterfugios, dejaron pulular, si no estimularon, a los responsables materiales de los graves atropellos cometidos contra los derechos humanos.

En fin, en Almuerzo de vampiros el lector se encontrará ante una ficción profunda y emotiva.

Publicado en Revista Capital Nº216 de noviembre de 2007 (p.124)

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Zosima podría ser, además, una alusión a un monje que aparece en Los Hermanos Karamazov. Es famoso porque le atribuyen capacidades proféticas y de curación, por lo que sus pares lo envidian.

6:04 p. m.  

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