- Sentimientos encontrados ante su última novela: gran habilidad narrativa, poca profundidad conductual.
Pasiones griegas, la nueva novela de Roberto Ampuero (Planeta, 2006), ya figura en la lista de los libros más vendidos. No sorprende. El creador del popular Cayetano Brulé nos tiene acostumbrados a ello. Sólo en Chile las andanzas de este detective privado han superado la barrera de los 100.000 ejemplares vendidos, lo cual es todo un record para un mercado tan pequeño como el nuestro.
En la contratapa de Pasiones griegas se adelanta la trama: No volveré. No me llames ni me busques. Es el mensaje que Bruno Garza encuentra una mañana en la pantalla de su correo electrónico. Fabiana, su mujer, ha decidido abandonarlo. Pero él no está dispuesto a perderla. Inicia un periplo que lo lleva a Nueva York, Centroamérica y Grecia. Realiza una búsqueda en la que no sólo rastrea a su mujer, sino que también la razón que explique su vida, la rutina en que cayó su matrimonio, los quiebres del amor y la pasión perdida. Fabiana, en cambio, huye de su marido y de sí misma, de la sombra de su pasado y de su origen.
La prosa de esta nueva novela, al igual que las anteriores, también está escrita con esa envidiable velocidad e inmediatez que el autor sabe imprimirle a sus relatos. Por lo mismo, cautiva. Ampuero maneja como ninguno en Chile el género policial. Pero una vez terminada su lectura reflexioné si no resulta algo artificioso su esfuerzo por situar espacialmente la trama en tantos lugares diferentes y exóticos. Sentí que le restaba credibilidad a la narración. Está bien, el mundo se globalizó, pero no parece necesario situar la historia en parajes lejanos para dar cuenta de ello.
Por otro lado, Pasiones griegas es una obra muy actual. Por lo mismo, Bruno Garza no encara ningún tipo de sueños, ni pensar sueños ideológicos. Todos sus pensamientos tienen un claro tilde individualista y sus preocupaciones son más bien prácticas. También, y cómo no, sus impulsos tienden a satisfacer sus inquietudes hedonistas. Así, Bruno Garza, contradiciendo el propósito tenido en vista al emprender su viaje a Antigua y luego al mar Egeo, no tiene mayores escrúpulos para capturar la oportunidad que se presenta y tener un par de aventuras sexuales que justifica, en forma cínica, bajo la pregunta: ¿Son simplemente así los hombres, capaces de vivir en esa dualidad sin sentir remordimiento alguno? (p. 150).
Publicado en Revista Capital N°195 de diciembre de 2006 (p. 161).
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