jueves, mayo 24, 2007

LIBERTINAJE y DESEO

El ocaso de un seductor (1998) narra la visita de Giacomo Casanova a Inglaterra, donde el veneciano pretenderá a la joven Marie Charpillon. En función de obtener su amor, llega al absurdo de procurarse una nueva identidad: interpreta los roles de un asalariado, un escritor y un hacendado. Así, en medio de este esfuerzo no es una simple coincidencia que su reputado vigor sexual lo deshonre en uno de los laberintos de Hampton Court.
No obstante que la mayor parte de la novela transita mientras Casanova tiene 38 años, su autor, el inglés Andrew Miller (44 años), la inicia con un cuadro que muestra a un Casanova anciano, moribundo y empobrecido, siendo visitado por una mujer anónima. ¿Delirio o realidad? No importa, pues se trataba de introducir a Casanova en el recuerdo de su fallida seducción londinense.
El logro de Miller radica en hacer del Casanova histórico un esclavo de su propia reputación (“no resulta sencillo salir, de pronto, de un papel que se lleva tantos años interpretando” o “con el tiempo nos convertimos precisamente en lo que aparentamos”, afirma el protagonista) y en mostrar al célebre Giacomo en una faceta humana: apesadumbrado por las incertidumbres propias de la medianía de la vida.
El ocaso de un seductor es una novela atada a imágenes lujuriosas y humorísticas, escrita con la misma maestría con que Casanova consumaba sus amores, y que dibuja con estilo las preocupaciones filosóficas del siglo XVIII.
No es un accidente que Arthur Schnitzler en El regreso de Casanova (1921) nos evoque algunos pasajes fílmicos de La noche de Varennes de Ettore Scola (1976), en la cual Marcello Mastroianni representa al impostado y venido a menos Chevalier De Seingalt. Sin embargo, Schnitzler (1862-1931) se desmarca de los horizontes del escritor mediocre y no se rebaja a una mera narración externa de las anécdotas que rodearon la evasión de Casavona desde Los Plomos (cárcel veneciana), la redacción de panfletos políticos, su brutal y forzada aceptación a transformarse en delator a cambio de obtener el perdón que lo llevaría de vuelta a su querida y mítica Venecia, sino que penetra en el receloso mundo psicológico de Casanova gracias a la técnica literaria empleada (monólogo interior), recurso narrativo que nos conecta sin intermediarios al cerebro de Casanova para escuchar las impresiones, reflexiones, preguntas, reminiscencias y fantasías sobre su vida y el epílogo de su leyenda, creando una atmósfera insuperable de humores crepusculares, íntimos y personales.
Amén de brillar la nouvelle (cuento largo, novela corta) de Schnitzler por el dominio del diálogo del que el autor hace gala, también en cada página se respira seducción y galanteo; esos sinuosos filtros que nos legó el siglo XVIII, y que el actual, con todo su mundo mediático, hace lo imposible por derribar para instalar en su trono la baratija pornográfica.
Las obras de Miller y de Schnitzler están unidas por un Casanova que trasciende su arquetipo, pero que no por ello deja de estar consciente de la fábula que adorna su personalidad, diluida, sin embargo, por el paso del tiempo. En especial, vemos en el Casanova de Schnitzler a un anciano que conserva su magnetismo a los ojos de sus coetáneos, pero que ha perdido casi por completo la capacidad de seducción con respecto a los más jóvenes, convirtiéndose el conflicto entre realidad y deseo en el eje alrededor del cual evoluciona la compleja personalidad de Giacomo.
Por último, Sándor Márai nos presenta en La amante de Bolzano (1940) la faceta clásica del aventurero intrépido, amoral y sin escrúpulos. Un símbolo del hombre que, en su afán por encontrar la felicidad, destruye los medios para alcanzarla. No ha faltado quien compare a Sándor Márai (húngaro, 1900-1989) con novelistas de la talla de Flaubert, Stendhal, Dostoievsky, Henry James o Balzac, pues el estremecimiento sufrido por sus personajes también permite una catarsis final, que a veces redime y otras condena. En ese transe, el gentilhombre veneciano nos declara que “entre los hombres existe un orden del que no es posible escapar, ... sí, hijo -nos dice-, es más difícil escapar de un sentimiento que no ha llegado a su término que de Los Plomos”.
Así, tras huir de Venecia, Márai imagina a un Casanova refugiándose en el pueblo de Bolzano, donde resulta que vive Francesca, la única mujer que ha amado, casada con el anciano conde de Parma, con quien en su juventud se batió en duelo. La llegada del Chevalier De Seingalt revoluciona todo: sus hazañas, repetidas de boca en boca, se agrandan al infinito. El conde, al saber que el antiguo enamorado de su mujer está en Bolzano, presiente lo peor y opta por cerrar un pacto con Giacomo para no perderla. Una vez más, al final, Márai nos depara un encuentro inesperado, apasionado y profundo, que devela el secreto que guarda el alma del seductor.
Concluido el viaje imaginario a la psicología libertina que brindan estas tres obras, me siento preparado para iniciar la lectura de las Mémoires de Casanova, testigo y actor excepcional de su época. Espero contar cómo me fue en una próxima oportunidad.
(Publicado en Revista Capital, N°134, junio de 2004, p. 126).

2 Comentarios:

Blogger Misia Josefa dijo...

Yo leí todos esos libros y doy que son muy estupendo. En especial, la novela del alemán.

6:56 p. m.  
Blogger Canónigo Urquieta dijo...

Pienso que Misia Josefa quiso decir que daba FE. Sobre ese punto, recuerdo que somos nosotros los únicos llamados a dar FE.

9:45 a. m.  

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