viernes, abril 13, 2007

MÁS DEMOCRACIA y MENOS CÁLCULOS OPORTUNISTAS

En el Palacio de Gobierno, el jueves 5 de abril de 2007, la Presidenta de la República, junto a sus ministros, firmó el mensaje del Proyecto de Ley que modifica el Sistema Electoral Binominal (Mensaje Nº52-355: Boletín 4968-07). Claramente el proyecto enviado tiene nombre y apellido, y -por qué negarlo- un evidente color rojizo. No creo que fortalezca la democracia como ya lo adelanté en el artículo que publiqué en El Mercurio del 25 de diciembre de 2005 (A-2), que transcribo a continuación:

El Presidente Lagos ha enviado un proyecto de ley para reformar el sistema electoral vigente, pues en el binominal -sostiene- se da el absurdo que dos tercios eligen el mismo número de senadores y diputados que el tercio restante.

Efectivamente, este sistema electoral no sólo es inadmisible sino que es un remedo de la democracia protegida contemplada en el texto original de la Constitución de 1980. Como se recordará, ese régimen político se conformaba, entre otras características, por un hiper presidencialismo, unas fuerzas armadas garantes del orden interno y un sistema electoral binominal. Con el tiempo las dos primeras particularidades se han morigerado, pero persiste un sistema electoral funcional a la democracia protegida que se pretendió perpetuar.
La reducción del período presidencial a 4 años, sin reelección, y la simultaneidad de las elecciones (presidencial y parlamentaria) han sido modificaciones encaminadas a fortalecer la democracia, pero sin alterar la regla electoral (binominal) imperante, lo que las hace insuficientes.

En el diseño de las instituciones políticas no es lícito efectuar evaluaciones previas sobre cómo me afecta el nuevo orden. Las instituciones justas nacen cuando todos se colocan en una postura original sin consideración a la actual posición o a la futura carrera política. Cuando se está ad portas de una segunda vuelta no hay que ser muy sagaz para darse cuenta que el cambio propuesto, más que perfeccionar desinteresadamente el gobierno de la mayoría, esto es, de la democracia, es un guiño demasiado obvio para congraciarse con el Partido Comunista, en apariencia legatario de un 4 ó 5 por ciento del universo electoral.

Nada puede ser peor para la democracia que un gobierno sin poder. Los descargos presidenciales de no haber podido implementar un programa de gobierno determinado por no haber contado con las mayorías parlamentarias necesarias restan legitimidad al sistema político al frustrar las expectativas de los ciudadanos. Un sistema uninominal (se elige un senador y diputado por distrito), como el existente en Australia e Inglaterra, y postulado por intelectuales como Patricio Navia y Álvaro Fischer, junto con permitir el cumplimiento de las promesas electorales posibilita sancionar la ineficiencia.

Así, cada cuatro años los ciudadanos podrán dar su veredicto sobre la honestidad política y la idoneidad técnica del gobierno y parlamento saliente. La democracia se profundiza con más democracia y no con cálculos oportunistas.

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal