martes, marzo 06, 2007

BEATRIZ PICHI MALEN y LÁGRIMAS DE LUNA

Empresas CMPC (la Papelera) celebró sus 85 años poniendo a disposición de la ciudad de Santiago la exposición Lágrimas de Luna (Museo de Bellas Artes), que reúne valiosas piezas de la platería mapuche. Los asistentes al acto conmemoratorio aún admiraban la sobrecogedora instalación de responsabilidad de Jacqueline Domeyko, con la colaboración de Árbol Color, cuando las potentes luces del hall central se desvanecieron para iluminar sólo una pequeña tarima. Al unísono emergió, con la fuerza del cataclismo, la voz de Beatriz Pichi Malen (tataranieta del cacique Coliqueo, nacida en Los Toldos, Provincia de Buenos Aires), coronando una noche como pocas.

El punto más álgido de su presentación, difícil permanecer impasible al advertir como nuestra piel sin oposición se electrizaba, fue cuando se interpretaron los temas Canción para dormir a un niño y Pewen Tayül. El primero, relata el llanto y miedo de unos niños ante el acecho de los zorros; y el segundo, es una canción a las coníferas de la precordillera andina, que se presenta como un diálogo entre el que cosecha y el árbol. En ambas composiciones, sobresalen los tiempos nominalmente lentos, silenciosos y pensativos, que -sin embargo- generan un dinamismo que transmite un irresistible deseo de vivir.

Los Cantos Ancestrales Mapuche que conforman la música de Beatriz Pichi Malen dan cuenta de su compromiso de búsqueda con aquellas voces antiguas transmitidas de generación en generación, muchas de ellas recogidas en su producción discográfica “PLATA” (Acqua Records, 2000, se puede adquirir en el Museo Precolombino). En esa producción, los instrumentos sagrados-rituales, como cascawillas, kultrun o xuxuka, conviven armoniosamente con modernas guitarras, samplers y sintetizadores, y entregan un marco étnico que es a la vez antiguo y contemporáneo.

Tanto los sonidos guturales como la ilación de los cantos en Mapundungun (su lengua materna) conectan al oyente con la Madre Tierra, lugar desde el cual brota su música, y también lo empalman con las emociones que la vida nos despierta.

Para muchos, su música aparecerá como una extraña pieza de colección, admirada por la condición mapuche de las canciones que integran su repertorio. Para otros, ejercerá un extraño polo de atracción que los pondrá en contacto con algo tan profundo y ancestral como es una ceremonia indígena. También para algunos, aunque no en último lugar, será un objeto de consumo exótico.

Pero estoy seguro que para los observadores sin prejuicios la música de Beatriz Pichi Malen les rememorará tanto las Canciones a la muerte de los niños de Mahler como la Sinfonía N°3 de Górecki, llamada Las Lamentaciones; pues en toda esa música se emulan sonidos desesperados, gritos sordos de vida, que advierten sobre nuestro tiempo finito, que no se pueden silenciar, y que se ensamblan, con magia, a la luz excepcionalmente brillante y directa que emana al oírla por primera vez y que no disminuye en las futuras audiciones.
(Publicado en Revista Capital, N°154, abril de 2005, p. 136).

1 Comentarios:

Blogger tabano dijo...

Hola, me fascinó tu posteo. ¿Cómo ubico a Beatriz? ¿Tienes un mail o fono de contacto?

1:55 a. m.  

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