jueves, noviembre 30, 2006

¡MIL DOSCIENTOS LIBROS QUEMADOS!

Salustiano (http://www2.blogger.com/profile/09417481651516199107) vino a verme para entregarme personalmente la siguiente carta manuscrita: “Sabía que tarde o temprano ocurriría. Pero todos me creyeron loco cuando les profeticé que estábamos a punto de ver la hoguera más infame que la humanidad tuviera recuerdo. ¿Lo olvidaron, no es cierto? Esta demencia empezó en la Contraloría cuando se pretendió incinerar casi veintitrés mil tomos de manuscritos y otros escritos guardados en sus bóvedas. Entre ellos, el último decreto firmado por Salvador Allende el jueves 6 de septiembre del 73? Entonces, me pregunté, ¿si lo queman, cómo podremos compararlo con aquel que suscribió el miércoles 27 de mayo de 1953, cuando era vicepresidente del Senado? La firma del 53 evidenciaba la voluntad que lo llevaría a perseverar hasta alcanzar la presidencia de la nación. ¿No interesa observar que el firme trazo de su rúbrica terminó siendo leve y oscilante? A mí me parece esencial saber que, en sus postrimerías, Allende apenas presionaba el lápiz sobre el papel. O constatar cómo también se diluyó la segura línea con que antes dibujaba el rasgo curvo de la letra d. Asimismo, que la inclinación de la doble ele seguía mostrando su mismo amor por el arte, tal como confirmó la teatralidad avasallante, y a la vez exculpatoria, que rodeó su brutal fin. El cambio de su firma, unido a una caligrafía de letras apretadas unas con otras, apreciada en la rúbrica del 73, delata que a esa altura había perdido toda fe en su famosa capacidad de maniobra. Pero hoy nada importa. El grito de la tribu es: a la hoguera, no más”.

A su vez, esta mañana he leído tanto en El Mercurio y La Tercera como en http://www.elmedioblog.blogspot.com/, los detalles de la barbarie ocurrida ayer. Aquí extracté esas crónicas: Robo en la Facultad de Filosofía y Humanidades, ubicada en el Campus Juan Gómez Millas: Violentistas queman 1.200 libros en protesta pro mapuche en U. de Chile. Como un “acto estúpido e insensato” calificó la quema de los libros el rector Víctor Pérez (¡qué perceptivo!, me observó Salustiano). Es la primera vez que sufren un “atentado” de este tipo y desechó la opción de que hayan sido estudiantes de la institución (¿qué antecedentes lo hacen estar tan seguro?, me pregunto). Los libros quemados pertenecían a la colección de la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la U. de Chile. Encapuchados irrumpieron en el campus Juan Gómez Millas, robaron los ejemplares y los incineraron en la intersección de la calle Ignacio Carrera Pinto y Avenida Grecia. Los hechos ocurrieron en medio de una protesta que pedía la liberación de los presos políticos mapuches, que comenzó alrededor de las 18:00 del martes. Unos 30 individuos ingresaron al campus universitario, amenazaron a los guardias y se dirigieron hacia una de las bodegas de la biblioteca, rompieron las puertas y saquearon cuatro estantes completos de libros, que llevaron en sacos hasta esa intersección, donde hicieron una pira con los textos. La protesta continuó hasta cerca de las 20 horas sin que los funcionarios se dieran cuenta de la ausencia de los textos (¡bien atentos!, parecen empleados públicos, me agregó Salustiano mientras leía en voz alta la crónica). Finalmente, Carabineros dispersó a los manifestantes. No hubo detenidos. Entre alumnos y profesores alcanzaron a rescatar una treintena de libros, semiquemados y mojados tras la acción del ‘guanaco’, algunos de los cuales pertenecían a exclusivos volúmenes de la universidad, como las colecciones personales de Mariano Latorre, Ricardo Latcham y Mario Góngora. Ayer mismo comenzó el sumario administrativo que determinará responsabilidades de los funcionarios de la universidad en los hechos, al tiempo que el rector, anunció una querella para encontrar a los responsables. En tanto, los funcionarios del campus pidieron a los estudiantes “no seguir avalando” a estos grupos, y consideraron que “los responsables deben recibir las sanciones correspondientes por los daños causados”. El presidente electo de la FECh, Giorgio Boccardo, dijo: “Me cuesta creer que un estudiante universitario sea capaz de hacer algo así”. Similar opinión tuvo Erika Fuentealba, presidenta del Colegio de Bibliotecarios de Chile, quien junto con manifestar su enérgico rechazo, agregó que “en las bibliotecas se encuentra el patrimonio de la nación, es el reflejo de nuestra cultura” (El Mercurio y La Tercera, 30 de noviembre 2006, pág. C 6 y pág. 16, respectivamente.).

Cuando Salustiano se fue, tomé el diario y leí que muchas bibliotecas y libros han sido destruidos a lo largo de la historia. A veces por accidentes, pero casi siempre se busca borrar el pasado. Aquí van algunos ejemplos:

213 AC
El emperador chino Shi Huang-Ti organiza una masiva destrucción de prácticamente todos los libros publicados hasta entonces.

48 AC
Destrucción de la Biblioteca de Alejandría durante la guerra entre Roma y Egipto.

S. XV-XVII
La quema de libros forma parte de los procedimientos de la Inquisición.

1933
Se realizan las mayores quemas de libros propiciadas por el régimen nazi en Alemania. Afectan a autores de todos los tiempos.

1953
La destrucción de libros llega a la ficción: “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury.

1966
Quema de libros durante la Revolución Cultural china.

1973-76
Quemas de libros durante los regímenes militares de Chile y Argentina.

1992
Destrucción de la biblioteca de Sarajevo en la guerra en los Balcanes. Se perdieron 600 mil libros.

2003
Quemados más de un millón de libros de la Biblioteca Nacional de Bagdad tras la invasión a Irak.

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