lunes, diciembre 04, 2006

VALPARAÍSO: MUCHO MÁS QUE UN LUGAR

Contrasta verificar que los 10.710 kilómetros que separan a Valparaíso de Madrid no son obstáculo para que decenas de europeos pululen por esa ciudad porteña, hundida para arriba, como también se la reconoce, mientras los escasos 120 kilómetros que la alejan de Santiago sí lo constituyen para nuestros congéneres.

Por fortuna la nominación de la UNESCO para que Valparaíso sea una de las nueve ciudades puerto del mundo que merece ser conservada por haber sido el fondeadero del Pacífico Sur más importante durante el siglo XIX, no ha contaminado su especial carácter (cerros serpenteados por sinuosas y estrechas callejuelas empedradas y una arquitectura marcada por sus galerías vidriadas, ventanas de guillotinas y revestimientos exteriores de calamina).

Mientras se invierten los US$73 millones que las autoridades destinarán en el período 2006-2010 (más de un tercio aportado por el BID), intente la ruta gastronómica vespertina y nocturna que le propongo: párese en la Plaza Aníbal Pinto y tome la empinada calle Almirante Montt. Deténgase en El Desayunador (en el N°399) y junto con tomar uno de sus jugos naturales escuche los estremecedores fados que muchas veces musicalizan el ambiente. Incluso, si cierra los ojos sentirá la salada y gruesa brisa que hermana a Valparaíso con el puerto de Lisboa o con las tradicionales calles del viejo barrio de Botafogo en Río Janeiro. Antes de reanudar el periplo no deje de visitar el mesón de la panadería de enfrente (que está celebrando sus 80 años de existencia). Pero no se distraiga mucho: puede perder la reserva que debió hacer en el N°427: el Samsara (09-2513467). Ni por nada se intimide con esta exótica y sensual comida Thai y agasájese con el contundente Kaeng kari kung (curry amarillo con camarones, ostiones y pescado); si no le gustan los currys, aquí encontrará verde, rojo y amarillo, pruebe el Phat thai (fideos de arroz salteados al wok con pollo, camarones y vegetales). Guarde algo de espacio en su estómago, pues aún debe degustar uno de los cafés y bajativos que le proveerá el Poblenou (Urriola N°476, Cerro Alegre). Si la bohemia lo atrapa, este café-bar lo cobijará hasta que usted decida irse. Otra maravillosa alternativa al Samsara, es el recién remodelado Pasta y Vino (Templeman N°352, 32-496187). Pasan los años y su estándar de calidad, modestia y calidad humana sigue intacto.

Sin querer desmitificar el confort que brinda el recién estrenado Sheraton-Miramar, en esos cerros porteños existe una variedad de alojamiento que le permitirá seguir la imperdible ruta diurna por la zona patrimonial (Cerros Cordillera, Alegre y Concepción) que le sugiero: parta en el Paseo Yugoeslavo, siga por los pasajes Apolo, Fischer, Gálvez y Templeman hasta llegar a los Paseos Gervaso y Atkinson: almuerce en la pequeña y acogedora terraza del Apolo 77 (32-734862). En una de esas, le toca de comensal el fantasma del pintor inglés Whistler aún llorando la separación de su amada, alejamiento que ésta mitigaba sirviendo, en Londres, de modelo a Courbet (El origen del mundo) a la espera del retorno de su adorado y cornudo pintor desde estas lejanas tierras.

No desperdicie la oportunidad de conocer Valparaíso este verano y, así, evítese las latosas colas de policía internacional o las asfixiantes muchedumbres que atestan las playas del litoral central.
Publicado en Revista Capital, N°173, enero de 2006, p. 124).

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