- La amenaza ya no proviene de las añejas dictaduras del siglo pasado. Como demuestra Aldous Huxley en su famosa novela los enemigos de una sociedad plural están al acecho desde zonas impensadas.
La novela desarrolla su trama en un futuro 632 d.F. (año 2540 del calendario cristiano; d.F. = después de Ford), donde las personas son incubadas y predestinadas a pertenecer a un sistema científico de castas, unas más inteligentes y fuertes que otras: Alfa (la élite), Beta (los ejecutores de la voluntad de los Alfa), Gamma (los subalternos), Deltas y Epsilones (destinados a trabajos arduos). Pero todas, entrenadas para ser buenas consumidoras y así fortalecer la economía. Desde su misma concepción, los embriones son clonados y acondicionados a tal propósito. Una vez nacidos, los niños son inducidos durante el sueño (hipnopedia) para convencerlos de las ventajas de pertenecer a ese mundo de castas.
¿Qué razón habría para no estar feliz si todas las necesidades están satisfechas? Incluso en caso de sentirse mal o perder el sentido, el Estado proporciona cuotas ilimitadas de soma: una droga que entrega “todas las ventajas del cristianismo y el alcohol, pero ninguno de sus defectos”.
Todo el planeta está unificado bajo un Estado Mundial, regido por los principios religioso-filosóficos de Henry Ford, y que han dado origen a la Era Fordiana: una utopía moral donde no hay moral alguna.
Finalmente, fue muy alentador advertir que una literatura que se fuga del rebaño y pavimenta su propia ruta, sin guiños mercantilistas, es capaz de perdurar a través de los años. Así, rabo y orejas para Huxley.
Publicado en Revista Capital N°262 de octubre de 2009 (p. 117).
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