- Espacios culturales antes que salones de venta, estos lugares en Santiago y Buenos Aires se alejan del concepto supermercadista para recuperar la antigua pasión por la lectura.
Cuando Horacio Ferrer escribió la Balada para un loco, por allá en el 69, aludiendo a que las tardecitas de Buenos Aires tienen ese que sé yo, tiene que haber pensado en el Barrio Norte y sus librerías.
Pero cuarenta años después todo este cuento de la globalización, las economías de escala y las eficiencias; esas utopías ingenieriles que se nos imponen sin contraste aparente, han pretendido borrar ese que sé yo.
Usemos de ejemplo a la librería El Ateneo, creada en 1912, que desde el año 2000 funciona en el edificio Grand Splendid (calle Santa Fe N°1860), albergue del cine y teatro más lujoso de los años 20. Tras su transformación en librería cuenta con dos mil metros cuadrados de sala de venta, y según el diario británico The Guardian sería la segunda librería más bella del mundo.
Todo muy cool, pero sin alma. Ustedes entienden…
Aún podemos preservar ese que sé yo si abandonamos esos supermercados libreriles y vamos donde todavía se habla de literatura o de libros y no necesariamente de ventas; donde podamos preguntar quiénes son los autores que han reemplazado a Bioy Casares, Borges, Cortázar, Mujica Láinez o Sábato, si es que son sustituibles, y no nos encontremos frente a un lechuguino farsante que mira a la pantalla de la computadora diciéndose qué le digo mientras nos suelta un estúpido: Viste, que hay muchos…
Por fortuna, aún encontramos con otro tipo de librerías, paradojalmente en el turístico circuito del Barrio de Palermo. Vamos viendo:
Boutique del libro, Thames 1762, atendida por uno de sus dueños, Fernando Pérez. Al igual de las dos siguientes, su cafetería cuenta con un buen (y económico) menú del día.
En Eterna Cadencia, Honduras 5574, también serás recibido por su propietario, Pablo Braun, en la librería misma, en su café & bar o en su terraza.
Crack-Up, Costa Rica 4767, donde junto con vender libros y discos, en el primer piso se dictan charlas, talleres y cursos de poesía, filosofía y literatura. Por ejemplo, el pasado 19 de marzo se inició un seminario sobre la Analítica del Poder en Foucault.
Prometeo, Honduras 4912, donde a sus vendedores, ojalá cuando vayas esté Mariana Lerner, les podrás contar sobre tus preferencias y siempre sabrán darte una buena recomendación.
¿Y Chile? Hay algunas librerías que intentan acercarse a sus símiles trasandinas: Metales pesados (José Miguel de la Barra 460), que como Eterna Cadencia también desarrolla un ambicioso plan editorial; Takk (Andrés de Fuenzalida 18), cuyo segundo piso tiene las mejores alternativas de obras ilustradas para niños y un cómodo espacio de lectura para ellos; Quimera (Nueva de Lyon 045), donde decidirás la compra tomándote un rico café con Alberto Jadue, su dueño; Qué Leo (Providencia 2102), que bajo la dirección de Juan Carlos Fau la “está llevando”; o, Ulises (Andrés de Fuenzalida 45), que desgraciadamente está viviendo un punto de inflexión y corre el riesgo de entrar al grupo de las economías de escala, pero aún así mantiene un catálogo muy atractivo
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