martes, octubre 17, 2006

LUGARES COMUNES: ¡QUÉ TÍTULO!
  • Puede ser cierto que el humorismo no esté muy presente en nuestra literatura. Pero –por favor– hay excepciones.

En las calles, la señalización Pare previene un peligro latente. Pienso que Velasco (Andrés) al titular su novela Lugares comunes también quiso tener presente una contingencia análoga durante su escritura.

Velasco se divierte con la esgrima lingüística, y por lo mismo admira la novela cómica anglosajona. A su juicio, ese género estaría desterrado del universo castellano desde la decadencia del género picaresco, reprochándole a los novelones históricos y las sagas mágico-realistas actuales, que lo habrían reemplazado, carecer de levedad (pp. 202 y 203, en la reciente edición de bolsillo).

Puede ser cierto que el humorismo no esté muy presente en nuestra literatura nacional, pero hay que recordar notables excepciones que bien podrían conformar una pequeña tradición, entre otras, Jenaro Prieto (El socio), Enrique Araya (La luna era mi tierra), Baldomero Lillo (Inamible) y Carlos Ruiz Tagle (La revolución en Chile). De tal modo, es posible incluir a Velasco dentro de esa tradición. Quizás a su individualismo no le guste que lo clasifique, pero antes de él hubo otros.

Por otro lado, creo que en la cúspide del género humorístico se encuentra, al menos entre lo que yo he leído, La conjura de los necios (Premio Pulitzer de 1981), que estableció estándares exigentes al género. En términos comparativos, Velasco tiene que trabajar sus personajes para que adquieran mayor complejidad y profundidad sicológica, pues los suyos son demasiado leves. Por ejemplo, Ignatius (en La conjura de los necios) o Sillie Utternut (en La revolución en Chile), y por cierto el gran Martín Romaña de Bryce Echenique, son seres inolvidables, completamente enloquecidos -en especial Ignatius-, y no obstante ello verosímiles, cien por ciento humanos; características que ni Diego Cienfuegos ni Berkeley Barclay alcanzan en el grado necesario para que Lugares comunes pueda disputar un espacio en la respectiva cima.

Así y todo no estoy de acuerdo con la mala crítica recibida por Lugares Comunes (si es que pueden recibir ese título las diatribas con que se refirieron a ella algunos críticos, más preocupados de la persona de Velasco que de su obra, como es muy usual en Chile). Es innegable que su novela tiene humor, ritmo, suspenso, agilidad y una historia relatada con pulcritud.

No obstante, esta opera prima contiene ripios que deben ser removidos en futuras entregas. Velasco (o si se quiere sus preferencias y prejuicios) está demasiado presente, y de un modo evidente, a lo largo de la novela. En cambio, Lugares comunes crece cuando el autor se disfraza y se concentra sólo en relatar la historia que tiene entre manos, dejando de lado sus pensamientos sociológicos sobre Chile (formulados incluso con clichés). Si bien un relato puede estar inmerso en una pátina autobiográfica sin estropearse, creo que el punto de llegada debe superar la ruta de la autorreferencia.

(Publicado en Revista Capital Nº187, agosto 2006, p. 136)

4 Comentarios:

Blogger Gonzalo B dijo...

Siempre me olió a que la crítica a la novela de Andrés Velasco obedecía a razones "extra curriculares" (o, mejor dicho, curriculares. Odian su currículum de economista y no les cabe en la cabeza que alguien sin carnet de escritor publique una novela). Tu comentario confirma mi sospecha.

En la línea de los escritores que comentas, también está el genial Kurt Vonnegut y, en una categoría más liviana, gente como Christopher Moore y Douglas Adams.

6:22 p. m.  
Blogger Rodrigo Pinto dijo...

Salgo en defensa de la crítica (de la mía, por lo menos; no me hago responsable del gremio). Yo la encontré más bien mala, sumamente liviana y poco trabajada, una humorada más que un intento serio. Velasco me cae bien, pero eso no tiene nada que ver con mi opinión sobre su novela.

Juan Ignacio, casi todo el humor del cuento que citas de Baldomero Lillo reside en el título, que es Inamible y no Inasible como pusiste. Sospecho que te traicionó el corrector automático del word.

Saludos

8:29 p. m.  
Blogger Gonzalo B dijo...

No he leído la novela pero siempre me llamó la atención la tirria con que la criticaron y cómo algunos de los comentarios iban dirigidos exclusivamente a la persona de Velasco. Me imagino que no es el caso de la crítica de Rodrigo, porque lo que escribe en la Revista del Sábado lo leo regularmente y me gusta. Velasco, en todo caso, tampoco ayudó mucho porque creo recordar que contraatacó con declaraciones en la línea de "yo también haría críticas negativas si me pagaran tan poco por hacerlas" (o algo por el estilo, la memoria me falla).

9:32 p. m.  
Blogger Gonzalo B dijo...

El nombre es Gonzalo Baeza y no, no tengo relación alguna con Velasco (la verdad, no me lo imagino escribiendo defensas anónimas de su libro en tercera persona). Buen comentario y saludos.

9:27 a. m.  

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